La calçotada, o cómo aprendí a no despreciar mucho la cebolla (por un día)

No me gusta para nada la cebolla, por varias razones (no me gusta la consistencia cuando está cruda, no me gusta el olor ni cómo deja el aliento cuando alguien la come, etc.). Sin embargo, me hablaron de este festival llamado calçotada, me olvidé por un momento de mis sentimientos para con la cebolla.

Calçots

(1) Calçots crudos.

La calçotada es un festival donde se come un tipo de cebollas llamado calçot (se pronuncia «calsot»). Esta cebolla a mí me recuerda un poco al puerro en su apariencia. En este festival gastronómico, llamado calçotada (se pronuncia «calsotada»), la cebolla se cuece a la brasa o a la barbacoa y se come una deliciosa salsa llamada romesco. Normalmente las calçotadas se hacen los fines de semana de marzo.

Mi casera me invitó a una calçotada que harían unos amigos de ella en la ciudad de Tarragona, por lo que el domingo 9 fuimos para allá. Tarragona es una ciudad que queda a unos 90 minutos de Barcelona. La calçotada tuvo lugar en un mas, propiedad de uno de los amigos de mi casera.

Una casa tipo mas en Tarragona

Una casa tipo mas en Tarragona

Aquí empieza lo chulo. Un mas es un tipo de casa grande, con mucho patio, y una fachada un tanto colonial por decirlo así. El mas era muy bonito, y habían árboles de limón, cereza, mandarinas y olivas (aceitunas).

Una casa tipo mas en Tarragona

Una casa tipo mas en Tarragona

Fuimos a un campo cercano a sacar los calçots de la tierra misma. Cuando recogimos suficientes para todos (éramos unas 15 personas), parte del grupo procedió a prender la brasa.

Sacando un manojo de calçots

¿Suficiente para todos? Creo que sí.

Así quedan los calçots cuando están cocidos.

Calçots a la brasa

(2) Calçots a la brasa.

Para comerlos, se pelan: se buscan algunas «hojas» (no sé cómo llamar la parte verde) que estén en el medio o adentro, puesto que hay que sacar la parte tierna de la cebolla de las capas que están negras. Se agarra por la parte verde con una mano y se hala el calçot para quitarle lo negro. A continuación, se coloca en los platos con la salsa romesco y se come.

Procediendo a comer el calçot con la salsa romesco

Veredicto: aunque huele mucho a cebolla cuando está crudo, el calçot asado no sabe para nada a cebolla. Tanto el calçot como la salsa romesco estaban deliciosos.

Y por último, así le queda la mano a uno después de haberse comido varios calçots, jejejeje.

Mano negra

Después de haber degustado de «los vegetales», procedimos a comer carne asada y butifarras con papas, pan y ensalada. Luego terminamos el día comiendo postres y caminando por el patio.

Fuentes de fotos que no son mías:
(1) Calçots crudos: Taste of Israel
(2) Calçots a la brasa: Nihon mon amour

Responder